jueves, 6 de noviembre de 2014

HIJOS LA PLATA : Balance de los juicios a los Genocidas HACIENDO LA PLANCHA



Presentamos a continuación un informe sobre los procesos contra los genocidas de la última dictadura llevados adelante desde la anulación de las leyes de impunidad en 2003 hasta noviembre de 2014. Destacamos sólo los procesos que han pasado por la etapa de juicio oral y tienen sentencia de un tribunal federal del país, porque dan una idea más acabada del número de condenas a que se ha llegado en estos años.

Los datos son de elaboración propia de HIJOS La Plata en base a información pública tanto de las investigaciones de los organismos de DDHH, como del Ministerio Público Fiscal( http://www.mpf.gov.ar y http://www.fiscales.gob.ar) y del Poder Judicial (http://www.cij.gov.ar). Nuestra base de datos puede consultarse en http://www.hijosprensa.blogspot.com.ar

Un año de plancha
Con 14 juicios parciales concluidos y 72 condenas en lo que va de 2014 (ver tabla 1 adjunta en PDF), las causas contra los genocidas se van desdibujando entre la repetición de imputados y el estiramiento indefinido de la obligación del Estado de investigar y condenar. Si 2013 significó 2 juicios menos que 2012, y consolidó el estancamiento del proceso de juzgamiento en dos decenas de juicios con un centenar y medio de condenas por año, las tres cuartas partes de 2014 fueron incluso menos productivas que los últimos dos años.
Lo más probable es que reste sólo 1 sentencia en lo que queda del año: el juicio realizado en Luis donde hay 29 represores imputados por 46 víctimas, y aunque todos sean condenados no cambia el panorama general.

Desde la caída de las leyes de impunidad al 1 de noviembre de 2014 el Estado argentino sólo efectivizó 125 juicios orales con sentencia en todo el país. En esos 125 juicios estuvieron procesados 708 represores, y hubo como resultado 635 condenas sobre 519 represores, 67 absueltos y 6 muertos impunes mientras duraba el proceso, por un universo de 3098 víctimas. Esto quiere decir que sólo alrededor del 36% del total de los 2.000 procesados desde 2003 fue llevado a juicio, y un 27% de ese número de procesados fue condenado.

Si tomamos como dato los 600 Centros Clandestinos de Detención que funcionaron en todo el país durante la dictadura, los 519 condenados siguen representando, a casi de 11 años de anuladas las leyes de impunidad, menos de 1 represor condenado por CCD. Para completar el cuadro, hay menos de 100 represores cuya condena ha sido confirmada por los tribunales superiores del país. Esto marca claramente que la pretensión punitiva de estos procesos lejos está de representar la dimensión real del aparato represivo del Terrorismo de Estado.

Entonces, comparado con los miles de represores implicados en el Terrorismo de Estado entre el ’76 y el ’83, e incluso, comparado con los cerca de 2.000 procesados, ese 27% de condenados es menos auspicioso que lo pretendido desde los sectores oficiales como una “política de Estado” basada en “Memoria, Verdad y Justicia”.

Análisis en todo el país
En cuanto a las zonas represivas de la dictadura y a las fuerzas que participaron del Terrorismo de Estado, si subdividimos el total de juicios y condenas efectivizados por zona y por fuerza represivas, la perspectiva es mucho más desalentadora. Y obtenemos que respecto a las 3 zonas represivas más importantes, en lo que corresponde al Ejército y las policías provinciales se han hecho:
- 31 juicios en jurisdicción del Comando del Primer Cuerpo (Bs.As. y La Pampa) con 178 condenas.
- 28 juicios en jurisdicción del Comando del Segundo Cuerpo (NEA) con 128 condenas.
- 36 juicios en jurisdicción del Comando del Tercer Cuerpo del Ejército (NOA) con 200 condenas.

Es lógico que las cifras sean mayores en esas jurisdicciones porque concentraron mayor número de centros clandestinos y de efectivos por ser las zonas más pobladas y de mayor actividad organizativa militante. Pero si revisamos otras jurisdicciones como la del Comando del Cuarto Cuerpo de Ejército, que incluyó 8 partidos del norte bonaerense vemos que el juzgamiento fue de 11 procesos con 45 condenas, la mayoría por hechos del CCD Campo de Mayo.
Y en el caso del Comando del Quinto Cuerpo, que abarcaba a toda la Patagonia, sólo se realizaron 9 juicios que condenaron a 64 policías y militares: 3 procesos en Neuquén, 3 en Chubut, 2 en Bahía Blanca y 1 en Río Negro.

En cuanto a los crímenes de la Armada, sólo se logró condenar a 37 integrantes de las patotas de esa fuerza, 2 prefectos y 8 civiles cómplices: Ortiz y Pertusio en la primera parte de la causa de Base Naval de Mar del Plata, 10 marinos y 2 prefectos en el segundo tramo de esa casusa, 17 de los 18 represores imputados en Causa ESMA 2, Policarpo Vázquez, su mujer y la partera que los asistió en la apropiación de Evelyn Bauer-Pegoraro, 3 de los 4 represores del arma acusados en causa “Plan Sistemático”, 3 de los 5 marinos imputados por la “Masacre de Trelew”, el médico del hospital Naval Jorge Magnacco en “Plan Sistemático” y en la rémora de la causa Bauer-Pegoraro, el marino entregador (Juan Carlos Herzberg, también condenado en Causa La Cacha de La Plata) y el apropiador civil de Natalia Suarez Nelson-Corvalán; a 3 de los civiles apropiadores de Federico Cagnola Pereyra desde la Esma; y a 1 prefecto en el juicio Campo de Mayo 9.

Además sólo 7 fueron los integrantes de la Fuerza Aérea condenados a la fecha (Barda, Comes, Mariani, Molina, Beccaria, Sambuelli y Benitez) en las causas Mansión Seré, Área Mar del Plata, Hospital Posadas, Furío y Base Aérea Reconquista. Y hubo sólo 10 integrantes de Gendarmería condenados, Víctor Rei, en el caso de la apropiación de Alejandro Fontana-Sandoval, los alferez Guillermo Cardozo y Eugenio Pereyra, en causa ABO 1, José San Julián en causa Unidad Penal 1 de Córdoba y 6 de los 7 gendarmes imputados la causa Arsenales-Jefatura de Tucumán.

Qué tipo de juicios tuvimos
Si revisamos las características de los juicios en cuanto al número de imputados que incluyeron veremos que de los 125 procesos realizados, casi la cuarta parte tuvieron un solo imputado en el banquillo, más de la mitad tuvieron entre 1 y 5 imputados, y las tres cuartas partes de ellos entre 1 y 10 imputados. Ese patrón responde a la lógica de juzgamiento sólo de las responsabilidades de los altos jefes del mando militar o policial que funcionaron como responsables en la estructura orgánica de las zonas represivas, pero no contempla a la totalidad de los represores que actuaron en cada CCD ni mucho menos a la totalidad de víctimas que por ellos pasaron.

Si analizamos la característica de las penas, surge que sólo el 41% de los represores fueron condenados al máximo de la pena (prisión o reclusión perpetua). En efecto, el 11% de los condenados recibió 25 años de prisión, y el restante 48% a menos de 25 años. Esto nos hace reflexionar sobre la calidad de la condena con que el Estado valora los crímenes que está juzgando, que son de lesa humanidad, y por lo tanto imprescriptibles, y fueron cometidos en grupos de tarea, utilizando el aparto de Estado y con acumulación de casos; pero que muchas veces son equiparados en sentencia en el monto de las penas a delitos graves y de sangre, pero cometidos por delincuentes comunes.

Además hubo en estos 11 años 67 polémicas absoluciones, de las cuales 15 se produjeron en 2013 y 5 en lo que va de 2014. Los perdones por “duda razonable” sobre connotados represores se siguen repitiendo. Desde la incial absolución otorgada al represor Miguel Angel Trimarchi, perdonado en el juicio por la Masacre de Fátima por el Tribunal Oral Federal Nº 5 de Capital Federal; pasando por el torturador de la Policía Federal Juan Carlos Falcón, eximido en el juicio parcial del Circuito Club Atlético-El Banco-El Olimpo por el Tribunal Oral Federal Nº 2 de Capital Federal; el reguero de perdones que despachó el TOF Nº 1 de Córdoba sobre 7 imputados de un total de 31, en el proceso por los hechos de la Unidad Penal Nº 1 de esa provincia; el escandaloso perdón en los 13 casos en que se acusaba al torturador Juan Carlos Rolón en el juicio parcial por hechos ocurridos en la ESMA, y el cúlmine de 9 absueltos sobre 22 imputados con que el TOF de Neuquén marcó al segundo juicio por el CCD La Escuelita de Neuquén como el más impune.
Este año 3 prefectos fueron absueltos en el noveno proceso por el CCD Campo de Mayo, donde los doctores Sagretti, Milloc y Barroetaveña del TOF de San Martín anularon sin más sus indagatorias de hace 5 años y los mandaron a casa. Además el agente “S” de inteligencia de la Policía de Rosario, Pedro Travagliante, fue dejado libre de cargos por los jueces Berros, Lopez Arango y Vella. Y el auxiliar de la Sección Interior del Destacamento de Inteligencia 101 de La Plata recibió pedido de absolución por los fiscales Schapiro y Fernández en el juicio La Cacha, pese a que figura como “sargento 1° de Infantería” en la nómina de integrantes de esa dependencia en todo el período '76/'83. Con ello los jueces del TOF 1 de La Plata Vega, Jantus y Rozanski (en eterna disidencia) lo absolvieron, además de apartar por “cuestiones de salud” al subdirector de Seguridad de la bonaerense de Camps, Eduardo Gargano, a quien tuvieron a disposición y en perfecto estado durante todo el juicio.

Estos casos alertan sobre la necesidad de mejorar el trabajo fiscal y de jueces de instrucción para completar las investigaciones incriminatorias preliminares sobre cada imputado, y para arribar a la etapa oral sin dar posibilidad a las “dudas” absolutorias.
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El estancamiento
Curiosamente venimos escuchando desde los sectores oficialistas que cada año que se inicia será realmente “el año de los juicios”, valoración propia de quien analiza en abstracto el proceso en lugar de ir a los números concretos. Si tomamos los últimos 5 años veremos que lejos de crecer exponencialmente, el proceso anual de juzgamiento se va estancando en dos decenas de juicios con un centenar y medio de condenas cada año. En 2010 hubo 19 juicios con 114 condenas, mientras en 2011 hubo 21 procesos finalizados con 86 condenas, en 2012 fueron 25 juicios llegados a sentencia con 131 condenas, y en 2013 el proceso se estancó en 23 juicios concluidos con 161 condenas . Este 2014, a que le quedan dos meses, sumó entonces la magra cifra de 14 juicios concluidos con 72 condenas.
Es grave el estancamiento de la tendencia, a corroborar este año, si se tiene en cuenta que la cantidad de procesos venía creciendo paulatinamente desde los 2 juicios de 2006, los 2 de 2007, los 5 de 2008 y 13 de 2009.
En este sentido es llamativo el optimismo que trasmite el informe sobre el estado de las causas que el Ministerio Público Fiscal publicó en octubre pasado, y que replicaron los medios oficialistas sin el menor análisis. Allí se destacan las afirmaciones parciales e interesadas. Por ejemplo se señala que “las estadísticas muestran que desde diciembre de 2007 la cantidad de procesados creció en más de un 300%” o que “las condenas vienen experimentando un crecimiento de más de un 1.400% desde 2007”. Ello es verdad, pero podría complementarse diciendo que si el proceso de juzgamiento, es decir realizar efectivamente los juicios y llegar a sentencia, se viene estancando, más procesamientos generan un cuello de botella más cercano a un problema que a una solución. Y que, con la misma liviandad que los empleados de Auat y Parenti, se puede afirmar algo tan cierto y relativo como que la cifra de absueltos creció más de un 1.000% desde 2007 o que “sólo en los primeros diez meses de 2014 concluyeron 14 juicios”, cuando es difícil que el año tenga más de 12 meses y lo cierto es que desde 2011 ese promedio anual no bajaba de 20.

El único dato interesante que aporta el informe de los fiscales es que “en este contexto, sólo hay 125 condenas firmes -es decir, sin posibilidad de revisión- en 54 causas, que involucran a 114 personas”. Entonces, las 125 condenas firmes son mucho menos alentadoras que las 635 de primera instancia logradas de 2006 a la fecha. Y mueven a la carcajada si constatamos que, como informan los fiscales, “buena parte de estas condenas firmes son por juicios llevados a cabo en la década de 1980 y casos de apropiación de menores”. Ello da una muestra de la falta de celeridad en el trabajo tanto de la Corte Suprema como de las Salas de la Cámara de Casación, encargadas de revisar (para confirmar o rectificar) los fallos de primera instancia.
Aquí es donde entra a pesar la fragmentación de las causas que llegan a juicio, y por eso sostenemos la necesidad de acumular las causas para juzgar por circuito represivo o por CCD: porque sabemos que incluso más juicios por año no es necesariamente más justicia, y porque sumar juicios en abstracto no es lo mismo que destacar que en 2010, 7 de los 19 juicios fueron a 1 o 2 represores, y que esa cifra aumentó en 2011 a 9 de los 21 procesos, se sostuvo en 2012 en 9 juicios, creció a 11 en 2013 y en este año fueron 6 sobre 14 los procesos que juzgaron a 3 represores o menos.
Claro que no siempre esto es destacado por funcionarios de Justicia o Derechos Humanos del Poder Ejecutivo, ni por el Ministerio Público, ni por la prensa adepta al gobierno, que viene pregonando “el año de los megajuicios” desde comienzo de 2013 y destacando el supuesto “salto cualitativo en el juzgamiento” o afirma que “comenzaron a realizarse los llamados ‘megajuicios’”. Y si bien es cierto que las causas “ESMA3” en la Ciudad de Buenos Aires o “La Perla” en Córdoba llevan más de un año y medio aletargan el conteo de juicios concluidos, habría que recordarle a esa prensa obseKuente que en 2012 sólo 6 de los 25 juicios terminados juzgaron a 10 o más represores, que en 2013 representaron sólo 7 de los 23 procesos concluidos, y que en 2014 sólo el juicio “La Cacha” entró en esa categoría. Es decir que lo que viene habiendo año tras año son largamente más “mini-juicios” que “mega-juicios” terminados.

La distribución geográfica de los procesos llegados a sentencia hasta el 31 de diciembre de 2013 en las 26 jurisdicciones Federales, continuó destacando a la Ciudad de Buenos Aires (con 22 debates concluidos, sólo 1 en 2014), como la jurisdicción donde mayor cantidad de juicios hubo en todo el proceso, seguida de La Plata y San Martín (11 cada una), Tucumán (9), Mar Del Plata (7), y Santa Fe (6).
Sigue siendo crítica la situación de los juicios en los juzgados el interior del país, sobre todo en lo que fueron en dictadura zonas represivas importantes como Córdoba (37 condenas en 5 juicios), Rosario (37 condenas en 6 juicios) y Neuquén (26 condenas en 3 juicios). Peor es el panorama en las provincias de noroeste y noreste del país, que en general no superan los 5 procesos terminados. Los casos más extremos lo representan las provincias de Jujuy y Entre Ríos (2 juicios concluidos cada una) y Río Negro, que tuvo hace 3 años su única sentencia de este tipo de juicios.

Apropiaciones y delitos sexuales
En cuanto a los juicios por la apropiación de los hijos de los compañeros desaparecidos (contemplados en las figuras de supresión de identidad, retención y ocultamiento de un menor, falsificación de documento público y supresión de identidad), el panorama de juzgamiento ha avanzado con las mismas contradicciones que el resto de los procesos.

Un total de 19 juicios en 11 años, que incluyeron 64 casos y donde se obtuvieron 78 condenas sobre similar número de represores. En esos 64 casos juzgados, siendo que el total de restituciones es de 115 identidades, y pese a haberse juzgado a algunos de los represores responsables de su apropiación, encontramos que en 14 de estos casos los jóvenes aún no han sido restituidos a su verdadera identidad.
La comisión de delitos sexuales como parte del plan represivo, pero como un delito autónomo al de tormentos, sigue siendo resistida por la mayoría de los tribunales del país. En los últimos años sólo los represores Musa Azar y Miguel Garbi en Santiago del Estero han sido condenados por estos delitos. La querella de Justicia Ya La Plata planteó en el juicio La Cacha un concepto
amplio de violencia sexual, que no se reduce tan solo a las violaciones o abusos, sino también la exposición a la desnudez, los insultos, el ir al baño con un hombre mirando, la higiene personal, lo que implicaba ser objeto de cosificación dentro del CCD. Pero los planteos fueron rechazados por el TOF 1 porque “no integran el objeto procesal de la causa”.
Sólo los fiscales Nebbia y Palazzani en Bahía Blanca se han atrevido a romper la inercia imperante, y han planteado ampliar indagatorias a un grupo de imputados en esa localidad por delitos sexuales específicos. Recientemente la Cámara Bahiense hizo lugar al planteo, aunque no aceptó el criterio de que esa violencia tuvo un fuerte contenido de género y que todos los delitos sexuales son autónomos a los de tormento.
El castigo, la humillación contra las mujeres incluía los abusos y ataques sexuales y eran acciones cotidianas sin sanción para sus ejecutores, conocida por todos los estamentos militares y formaban parte del plan aún sin la existencia de órdenes expresas y servían para doblegar a la víctima y para aterrorizar al resto.
Tanto la violencia sexual como el miedo a ella constituyen parte integral del "control social de las mujeres", volverlas sumisas y obedientes, y está motivada por el deseo de dominar y castigar antes que por el deseo sexual. por lo tanto, el delito de violencia sexual ocurrió en un contexto de Plan Sistemático contra la población civil y es un crimen de Lesa Humanidad.
Estas violaciones a los derechos humanos de las mujeres han sido invisibilizadas durante mucho tiempo, por la vergüenza, la culpa, el temor y la estigmatización de las que son objeto las mujeres afectadas. Si la sociedad post dictadura no estaba dispuesta a escuchar y mucho menos a comprometerse en este reclamo, y tuvo que pasar mucho tiempo para poder romper el silencio y poder testimoniar este horror vivido, ahora es tarea de la justicia recepcionar de una vez por todas estos hechos para dar cuenta completa de o que sucedía en los CCD.

La Corte y las domiciliarias
En septiembre pasado la Corte Suprema reabrió la polémica por las domiciliarias a los genocidas, tras flexibilizar su propio criterio y otorgarle domiciliaria a Roque Pappalardo, condenado a perpetua por el TOF de Mar Del Plata en marzo de 2012 por el asesinato del abogado laboralista Carlos Moreno.
Para la Cámara de Casación y la Corte los más de setenta años del represor y sus problemas cardíacos, convalidados por el dudoso Cuerpo Médico Forense, ameritan su cómodo alojamiento domiciliario. El cambio de criterio es patente, porque hasta ahora la Corte Suprema priorizaba la cárcel común al contemplar que tuvieron y conservan poder y capacidad de escaparse y complicar las investigaciones. La desaparición aún impune de Jorge Julio López no ha sido suficiente aviso de la capacidad operativa de para los cortesanos.

Tampoco fueron suficientes los casos del represor Carlos Hidalgo Garzón, condenado por apropiación y enviado a un geriátrico abierto hasta que la propia nieta apropiada lo denunció; ni el de Juan Antonio Azic, sentenciado a 14 años como apropiador de Victoria Donda, que se pegó un tiro en el mentón cuando ordenaron detenerlo en la clínica adonde el tribunal lo había enviado; o el caso del médico de Jorge Magnacco, condenado como entregador de Javier Viñas y Evelyn Bauer, y descubierto violando la domiciliaria con caminatas por el centro porteño; o el de Juan Miguel Wolk, procesado en causa Pozo de Banfield y enviado a su casa para profugarse unos meses con ayuda de su hija policía; o el escándalo de los genocidas Jorge Olivera y Gustavo De Marchi, que tras ser condenados en San Juan se fugaron mientras eran traídos al Hospital Argerich con ayuda de la esposa de uno de ellos, a la sazón enfermera del lugar. Entonces, no sólo se avalan beneficios no otorgados al resto de los condenados comunes, sino que no se controla su cumplimiento, lo que ya generó un precedente aplicado en otros casos (Carlos Mulhal y Miguel Gentil en Salta) y un reguero de pedidos de otros genocidas.

La Plata sigue impune
Para La Plata el año 2014 sumó condenas en el juicio por La Cacha, uno de sus CCD más importantes en cantidad de compañeros que por allí pasaron como en coordinación represiva. Pero el juicio siguió marcando el clásico desgüace de las causas. Tras tener 10 años la causa en sus manos, el juez Manuel Blanco y su secretaria Ana Cotter se dedicaron a fragmentar la causa y parcializar las imputaciones. El resultado fue que en marzo de 2012 Blanco clausuró la instrucción y elevó la causa a juicio, incluyendo a sólo 17 genocidas por 127 casos del año '77. Así quedaron fuera de este proceso decenas de compañeros cuyo paso por este campo está denunciado hace décadas, igual que un grupo de penitenciarios que nunca fue procesado.
Antes de que la causa llegara a juicio oral murieron impunes 2 de los mayores responsables del campo: el gobernador militar, Ibérico Saint Jean y el jefe del Destacamento 101, Alejandro Arias Duval. En la causa continúa prófugo el represor Teodoro Gauto, y fue detenido fuera de término en Panamá Ricardo Von Kyaw.
Con un juicio como éste, fragmentado y tardío, se perdió la oportunidad de investigar en unidad el funcionamiento de la maternidad clandestina más grande de la zona (no formaron parte de la acusación casos de apropiación), el rol operacional del esquema de inteligencia militar y la coordinación represiva para el exterminio entre los grupos de tareas del Servicio Penitenciario, la Armada y el Ejército (tampoco se contemplaron la mayoría de los homicidios probados).
Con esto suman 62 los genocidas condenados en La Plata desde la reapertura de las causas (ver tabla 2 adjunta en PDF), la mitad de ellos sentenciados a perpetua. La cifra sigue siendo poco representativa para una ciudad que contó con al menos 12 CCD y miles de víctimas de la represión, y mucho más para una jurisdicción federal donde se juzgan los delitos cometidos en los 29 CCD de la Bonaerense de Camps, más las responsabilidades de como las patotas del Ejército, la Armada, el Servicio Penitenciario y agentes civiles de Inteligencia o grupos paraestatales como el CNU.
Pero además hay en la jurisdicción federal de La Plata unas 25 causas fragmentadas en instrucción con procesamientos que incluye nada más que a 90 represores a ser juzgados en próximos juicios. Es decir que, aun presuponiendo la efectiva condena de todos los represores procesados en la jurisdicción federal La Plata, no superaríamos los 150 genocidas condenados en el horizonte de juzgamiento que el Estado propone, al menos sobre el circuito represivo de la Policía Bonaerense en dictadura.


Conclusión
En general, y siempre comparando lo que se ha hecho con la dimensión histórica real de participación de agentes militares, policiales y civiles en la represión, es necesario un mayor impulso de avance en los procesamientos, así como mayor acumulación de las causas hacia la lógica del CCD o el Circuito represivo. Eso se logra sólo con un mayor impulso político general del proceso juzgador, que este gobierno no está dispuesto a dar.

Hace poco el presidente del TOF 1 de La Plata, Carlos Rosanzki, enunció el gran secreto a voces de los juicios a los genocidas. A la pregunta del portal Infojus sobre cuándo se terminará de juzgar estos procesos afirmó: “El final lo va a marcar la naturaleza, y no algún funcionario del Estado. Yo hice una proyección, hace cinco años, que los juicios tardarían 100 años en terminarse”. (1)
Así planteados, estos procesos continúan reproduciendo la situación de impunidad porque sólo serán juzgados una serie de casos emblemáticos, altos mandos y reputados represores, mientras el conjunto de miembros de las Fuerzas Armadas, de Seguridad y de Inteligencia que planificaron y ejecutaron el genocidio quedará relegado a juzgarse en futuros inciertos debates o, si la tendencia actual se consolida, completamente libre.

Por ello, la voluntad manifiesta del oficialismo de “clausurar esta etapa histórica” antes de retirarse en 2015 es, además de impracticable, una efectiva clausura, pero que dejará a miles de represores libres, a miles de familias sin respuesta por tantos años de lucha por Justicia y a una sociedad toda engañada sobre una política a medias de Juicio y Castigo.

(1)http://www.infojusnoticias.gov.ar/nacionales/etchecolatz-se-quiso-parar-al-principio-de-la-audiencia-pero-lo-frene-6277.html

A 38 años del golpe genocida seguimos luchando por:
- CÁRCEL COMÚN, PERPETUA Y EFECTIVA A TODOS LOS GENOCIDAS. JUSTICIA POR TODOS LOS COMPAÑEROS.
- JUICIOS POR CENTRO CLANDESTINO DE DETENCIÓN O CIRCUITO REPRESIVO.
- RESTITUCIÓN DE NUESTROS HERMANOS APROPIADOS. NO AL TRASLADO DEL BANCO NACIONAL DE DATOS GENÉTICOS.
- JUICIO Y CASTIGO A LOS RESPONSABLES DEL SECUESTRO Y DESAPARICIÓN DE JORGE JULIO LOPEZ.
- BASTA DE AMENAZAS A LOS TESTIGOS EN LOS JUICIOS. JUSTICIA POR SILVIA SUPPO.
- BASTA DE GATILLO FÁCIL. FUERA LA POLICÍA DE NUESTROS BARRIOS.
- BASTA DE REPRESIÓN Y PERSECUSIÓN A LOS QUE LUCHAN. LIBERTAD A TODOS LOS PRESOS POLÍTICOS. AMNISTÍA O DESPROCESAMIENTO A LOS LUCHADORES POPULARES.

30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS
¡¡¡PRESENTES!!!
¡¡¡AHORA Y SIEMPRE!!!
HIJOS LA PLATA

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domingo, 2 de noviembre de 2014

La Cacha : Un informe que aportó elementos

Investigación del programa Verdad y Justicia fue importante en el juicio por los crímenes en La CachaEl informe que posibilitó las condenas

El relevamiento realizado por el programa del Ministerio de Justicia reveló el rol del Destacamento de Inteligencia 101 del Ejército.
 Por Ailín Bullentini


De las quince condenas a cadena perpetua que el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata ordenó por los delitos de lesa humanidad cometidos en La Cacha, nueve fueron recibidas por militares próximos a retiro que se desempeñaron en el Destacamento de Inteligencia 101 del Ejército. El rol protagónico que cumplió esa institución en los hechos sucedidos en ese centro clandestino de detención se desprendía de algunos testimonios de sobrevivientes o familiares de desaparecidos, pero durante muchos años no fueron prueba suficiente para la Justicia. Un informe del Programa Verdad y Justicia –al que Página/12 tuvo acceso– reveló sus funciones, organización interna y vínculos con otras instituciones del Ejército y se convirtió en prueba fundamental no sólo para el procesamiento de los ahora condenados, sino para que la causa llegara al juicio, también integró la elevación a juicio y fue argumento en los alegatos de la mayoría de las querellas.

La investigación judicial sobre las violaciones a los derechos humanos que tuvieron lugar en ese chupadero que funcionó entre 1976 y 1978 en terrenos que Radio Provincia poseía a mitad de camino entre las cárceles de hombres y mujeres de Olmos se reabrió en 2003, cuando las leyes de la impunidad fueron anuladas. El impulso duró algunos años, sostenido por la lucha de los organismos de derechos humanos y la necesidad de quienes sobrevivieron a esos crímenes y de los familiares de quienes no habían logrado hacerlo: sus testimonios llenaron fojas y fojas de expedientes. Pero las cosas se estancaron hasta frenarse casi por completo. Así se apagaba el expediente de La Cacha en el despacho del juez federal Manuel Blanco hasta que llegó el Informe del Destacamento de Inteligencia 101 de La Plata elaborado por el área de Seguimiento y Análisis del Programa Verdad y Justicia, que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.

“Fue fundamental”, consideró la abogada Verónica Bogliano, miembro de la querella de Hijos La Plata en el juicio que culminó hace diez días, que tomó algunos fragmentos del texto para estructurar su alegato. Según evaluó, el informe fue importante para vincular el destacamento con La Cacha, debido a que ese centro clandestino no funcionó en dependencia de fuerza alguna. Para su colega Emanuel Loveli, miembro de la querella de Abuelas de Plaza de Mayo, el estudio “acompañó la prueba testimonial, y dio más sustento, y les dio una apoyatura a los hechos por fuera del relato de los protagonistas”. La querella de Abuelas tomó el informe en su elevación a juicio de la causa.

“En los centros clandestinos actuó mucha más gente que la que se investigó y se investiga. La Justicia se basa en pruebas directas, que en la mayoría de los casos son los testimonios de sobrevivientes. Ahora, ¿qué pasa con los sitios en los que no hubo sobrevivientes? ¿Qué pasa con las condiciones en las que un sobreviviente transitó su cautiverio?”, se preguntó un integrante del equipo investigador que, por esa razón, decidió activar el estudio a partir de las instituciones, ir por la documentación de la época. “El Ejército es orgánico, verticalista y muy rígido en lo que a organizatividad se refiere. Es importante comprender esto, porque habla mucho de quién y de cómo: la represión no se llevó a cabo por una patota ad hoc, sino con oficiales, suboficiales y demás personal de las fuerzas, formadas para tal fin”, advirtió la misma fuente. El informe es el resultado del entrecruzamiento de datos provenientes de documentos de las Fuerzas Armadas –reglamentos, boletines reservados o públicos, registros de personal, fojas de servicio–, y testimonios judiciales. En poco más de 60 páginas, describe la organizatividad y el staff de oficiales y suboficiales que se desempeñaron en el Destacamento 101 de La Plata, lo que fue importante para identificar con nombre y apellido a quienes, luego, se convirtieron en imputados.

Sin embargo, el valor fundamental del informe radica en el contexto que les da a las tareas de inteligencia en sí, al que explica y ejemplifica con documentos de la fuerza y testimonios de sus propios integrantes, y la certificación de la injerencia de esa institución sobre La Cacha.

“Desde las directivas del Consejo de Defensa, del Comando en jefe del Ejército y de la Junta de Comandantes, se estableció que la actividad de inteligencia era prioritaria en el proceso de ‘combate a la subversión’, decisión que da lugar a que los destacamentos de inteligencia actuaran como unidades operativas principales en este accionar”, consigna en su introducción el documento.

En ese sentido, cita a una de esas directivas en particular, la 1/75, la fundante. Emitida a todas las fuerzas en octubre de 1975 y considerada como el paso organizativo previo al “plan global de represión que comenzó el 24 de marzo de 1976”, advierte el texto, su fin fue “instrumentar el empleo de las fuerzas para la lucha contra la subversión” en el que el Ejército “tendrá responsabilidad primaria en la dirección de las operaciones contra la subversión en todo el ámbito nacional” y “conducirá el esfuerzo de inteligencia contra la subversión”. El Ejército mandaba más que nadie, por un lado. Por otro, su herramienta principal de lucha contra “la subversión”: la inteligencia.

En esa directiva figura también que la fuerza “no debe actuar por reacción sino asumir la iniciativa en la acción, inicialmente con actividades de inteligencia sin las cuales no se podrán ejecutar operaciones”. Diferentes reglamentos citados en el informe certifican que “las unidades de inteligencia habrían diseñado y controlado el accionar represivo, seleccionaron blancos, determinaron el orden de mérito de los detenidos, les asignaron destino”. Las “unidades de inteligencia” del Ejército fueron sus destacamentos.

El Destacamento de Inteligencia 101 estaba emplazado en calle 55 entre 7 y 8 de La Plata, pero su área de acción fue más grande: la subzona 11 del I Cuerpo del Ejército, que implicaba a la zona sur del conurbano bonaerense más San Andrés de Giles, Luján, Mercedes, General Rodríguez, Marcos Paz, General Las Heras, Navarro, Lobos y Cañuelas. Además, tenía injerencia sobre las ciudades de San Nicolás, Mar del Plata y Junín. En todo ese vasto territorio funcionaron 18 centros clandestinos de detención, entre los que sobresalen el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes, la Brigada de Investigaciones de La Plata, el Pozo de Arana, El Banco, Vesubio y La Cacha.

En lenguaje castrense, los chupaderos eran llamados “lugar de reunión de detenidos”. Por lo menos, así los mencionó el general retirado José Montes, ex comandante de subzona Capital Federal, en una declaración que ofreció ante la Justicia en 2005 y que aparece citada en el informe de Verdad y Justicia para determinar el poder del 101 sobre esos infiernos: “Los LDR eran operados exclusivamente por personal técnico de inteligencia”, mencionó Montes. Esta aseveración, Verdad y Justicia la unificó con “testimonios de sobrevivientes de centros clandestinos y familiares de detenidos desaparecidos que manifiestan en sus declaraciones la presencia de algunos oficiales y suboficiales del destacamento en esos lugares”.

El informe enumeró con nombre y apellido a 41 oficiales y 48 suboficiales que formaron parte del 101 entre 1976 y 1983. “La oficialidad no pudo no saber o no haber participado” del terrorismo de Estado, aseguraron desde el programa. Muchos de ellos, al momento de presentación del documento, estaban prófugos. Sólo algunos, muertos.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Justicia Ya La Plata presenta denuncia por la amenaza de Etchecolatz

Justicia Ya La Plata presentó el 27 de Octubre ante el Juzgado Federal de turno y ante la Unidad Fiscal Federal, en donde  se encuentra radicada la causa por la segunda desaparición de Jorge Julio López,  una denuncia y pedido de investigación por la amenaza realizada por Etchecolatz durante la lectura de la sentencia en que se lo condenó a cadena perpetua.
         
La amenaza fue realizada el día 24 de Octubre al  culminar el juicio a 21 imputados acusados por su actuación en el CCD La Cacha y por los asesinatos a Bettini y a Bearzi. Fue en ese marco en que el genocida pretendió exhibir un papel escrito de su puño y letra con el nombre de nuestro compañero Jorge Julio López y la palabra secuestrar.
Queremos recordar que López desapareció por segunda vez en el marco del primer juicio a Etchecolatz y que su secuestro fue cínicamente anunciado por el propio imputado.
          
Llegamos a este juicio, al igual que los ya realizados anteriormente,  gracias a la persistente lucha de los organismos de derechos humanos, víctimas, familiares y de una gran mayoría de organizaciones populares con las que dimos por tierra las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, a la vez que en base a las declaraciones de sobrevivientes e investigaciones fuimos reuniendo los datos que nos permitieron sostener las acusaciones en estos procesos.
          
Más allá de algunas consideraciones particulares, que próximamente daremos a conocer, valoramos como una victoria, en algún caso parcial, las condenas y en especial de las cadenas perpetuas a 15 de los imputados.
          
Sin embargo sabemos que este camino de búsqueda de Justicia está minado por varios motivos. El genocidio perpetrado por la dictadura tuvo sus antecedentes y también sus consecuencias y de estas últimas el intento de  impunidad es una de las más relevantes. Y es esta impunidad que aún persiste la que permitió la segunda desaparición de Jorge Julio López.
          
Pasaron 8 años desde la desaparición de López y nada serio se ha hecho por encontrar al compañero y castigar a sus desaparecedores. Desde el mismo 18 de Septiembre de 2006, día en que desapareció López, Justicia Ya pidió que se investigue en el círculo de allegados a Etchecolatz y a la bonaerense en donde más de 9.000 de sus integrantes, una de las principales perpetradoras del genocidio, permanecían en sus filas desde  el período en que este genocida fue Director de Investigaciones y por lo tanto lo seguían considerando su jefe.
          
Nuevamente este genocida amenaza a los testigos, una vez más pone impunemente  en evidencia su participación en el segundo secuestro y desaparición de Jorge Julio López.
        
 No fue esta la única amenaza proferida por los reos durante este juicio. Desde nuestra querella denunciamos públicamente las reiteradas veces en que el Oso Acuña (también condenado a perpetua) amenazo intentando amedrentar a testigos.
          
La desaparición aún impune, de Jorge Julio López, el asesinato a Silvia Suppo, los secuestros de Gerez y Puthod nunca aclarados hacen que el gobierno y la justicia deban tomar estas amenazas con la urgencia y responsabilidad que le caben.
          
La fragmentación de los juicios, como lo sucedido en La cacha donde se elevó por los casos de un solo año de los 3 que funcionó este CCD,  hacen que los testigos deban exponerse una y otra vez y por lo tanto es directamente funcional a que sucedan este tipo de amenazas.
 
Ante esto Justicia Ya en La Plata exige:

    INMEDIATA INVESTIGACIÓN DE ESTA NUEVA AMENAZA
    ESTRICTO CONTROL A LOS CÍRCULOS DE ALLEGADOS A LOS GENOCIDAS DE LA CACHA.
    JUICIO Y CASTIGO A LOS RESPONSABLES DE LA DESAPARICIÓN DE JORGE JULIO LÓPEZ.
   BASTA DE FRAGMENTACIÓN DE LOS JUICIOS, JUICIO Y CASTIGO A TODOS LOS GENOCIDAS Y POR TODOS LOS COMPAÑEROS

 
 
Justicia YA! La Plata está integrado por:
Asociación de Ex-Detenidos Desaparecidos (AEDD); Asociación de Profesionales en Lucha (APEL),  Central de Trabajadores Argentinos (CTA) La Plata-Ensenada; Centro por los Derechos Humanos Hermanos Zaragoza; Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH);  Comité de Acción Jurídica (CAJ); Federación Universitaria de La Plata (FULP); HIJOS La Plata; Liberpueblo; Unión por los Derechos Humanos

domingo, 26 de octubre de 2014

Etchecolatz amenaza a testigos

      El día 24 de octubre fue leída la sentencia a 21 imputados acusados por su actuación en el CCD La Cacha y por los asesinatos a Bettini y a Bearzi .

      Durante la parte de la lectura en que se condenó a Miguel Osvaldo Etchecolatz (MOE), una vez más a cadena perpetua, por su harta comprobada actuación en el genocidio perpetrado durante la dictadura, el reo pretendió exhibir un papel escrito de su puño y letra con el nombre de nuestro compañero Jorge Julio López y la palabra secuestrado.

      Queremos recordar que López desapareció por segunda vez en el marco del primer juicio a este genocida y que su secuestro fue cínicamente anunciado por el propio MOE.
      Pasaron 8 años desde la desaparición de López y nada serio se ha hecho por averiguar y castigar a sus desaparecedores. Desde un primer momento Justicia Ya pidió que se investigue en el círculo de allegados a Etchecolatz y a la bonaerense en donde más de 9.000 de sus integrantes eran miembros de esta fuerza, una de las principales perpetradoras del genocidio.
     Nuevamente este genocida amenaza a los testigos, una vez más pone impunemente  en evidencia su participación en el segundo secuestro y desaparición de Jorge Julio López.
    No fue esta la única amenaza proferida por los reos durante este juicio. Desde nuestra querella denunciamos públicamente las reiteradas veces en que el Oso Acuña (también condenado a perpetua) amenazo intentando amedrentar a testigos.

   La desaparición aún impune, de Jorge Julio López, el asesinato a Silvia Suppo, los secuestros de Gerez y Puthod nunca aclarados hacen que el gobierno y la justicia deban tomar estas amenazas con la urgencia y responsabilidad que les caben.

   La fragmentación de los juicios a los genocidas, como lo sucedido en La cacha donde se elevó por los casos de un solo año de los 3 que funcionó este CCD,  hacen que los testigos deban exponerse una y otra vez y por lo tanto es directamente funcional a que sucedan este tipo de amenazazas.

Ante esto Justicia Ya en La Plata exige:

    INMEDIATA INVESTIGACIÓN DE ESTA NUEVA AMENAZA
    ESTRICTO CONTROL A LOS CÍRCULOS DE ALLEGADOS A LOS GENOCIDAS DE LA CACHA.
    JUICIO Y CASTIGO A LOS RESPONSABLES DE LA DESAPARICIÓN DE JORGE JULIO LÓPEZ.
   BASTA DE FRAGMENTACIÓN DE LOS JUICIOS, JUICIO Y CASTIGO A TODOS LOS GENOCIDAS Y POR TODOS LOS COMPAÑEROS.

La Cacha : Condenados a perpetua 15 de los 21 imputados


“No es una alegría, es un gran paso de la Justicia”
La sobreviviente y militante Nilda Eloy, firme en las primeras filas como lo estuvo desde la primera audiencia, lloró de emoción.

Se juzgaron los crímenes cometidos contra más de 100 hombres y mujeres que pasaron por el centro clandestino que funcionó en Olmos durante la dictadura. También hubo penas de 13 y 12 años de prisión, y un absuelto.

 Por Ailín Bullentini

El Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata condenó a prisión perpetua a 15 de los 21 imputados por los delitos de lesa humanidad cometidos contra más de 100 hombres y mujeres en el centro clandestino de tortura y exterminio conocido como La Cacha durante la última dictadura cívico-militar argentina. La sentencia incluyó condenas de 13 y 12 años de cárcel para tres civiles y un marino que participaron de la cotidianidad de aquel centro de detención ilegal que funcionó entre 1976 y 1978 en la localidad platense de Olmos, en la provincia de Buenos Aires, y la absolución de un militar. Entre los condenados a perpetua están Jaime Smart, quien fuera ministro de Gobierno bonaerense durante la dictadura, y Miguel Etchecolatz, ex director de Investigaciones de la policía provincial. Si bien la recepción de la condena entre el público que colmó la sala Amia de los Tribunales platenses –sobrevivientes y familiares de víctimas, pero también militantes de organizaciones defensoras de los derechos humanos y de izquierda– fue buena, el abucheo ante la absolución fue total.

Para los sobrevivientes del infierno de La Cacha y los familiares de las víctimas que no lograron salir con vida de allí, la Justicia llegó 37 años tarde. Para ellos y el resto del público que colmó la sala ayer, tardó dos horas más de lo pautado: recién a las 20 el presidente del TOF 1, Carlos Rozanski, ocupó su asiento y llamó a los acusados a que ocuparan sus sillas. “Asesinos”, los recibió el público. “Como a los nazis les va a pasar”, les dedicó. Uno de ellos se ofendió: “Váyanse a la puta que los parió”, gritó. El resto, solo miró con desdén.

Ninguno de los acusados reaccionó ante las condenas. Por genocidio, por privaciones ilegítimas de la libertad y tormentos, los jueces condenaron a prisión perpetua a casi todos los militares que integraron el Destacamento de Inteligencia 101: Carlos del Señor Hidalgo Garzón, Jorge Di Pascuale, Gustavo Cacivio, Ricardo Fernández, Miguel Angel Amigo, Roberto Balmaceda, Emilio Herrero Anzorena, Carlos Romero Pavón y Anselmo Palavezzati. Luis Perea, por fallo voto mayoritario de los jueces Pablo Jantus y Pablo Vega, fue absuelto. Los tres civiles miembros del destacamento, Raúl Ricardo Espinoza, Claudio Raúl Grande y Rufino Batalla, recibieron 13 años de prisión por ser considerados partícipes necesarios y no coautores de los mismos delitos. Lo mismo ocurrió con el marino Juan Carlos Herzberg, quien recibió 12 años de cárcel. Prisión perpetua también recibieron Héctor “Oso” Acuña, uno de los más feroces torturadores de La Cacha, e Isaac Miranda, los únicos dos penitenciarios sometidos a este juicio.

Los cálculos no son específicos, porque todo es a fuerza de reconstrucción permanente, pero permiten una idea: 200 personas, más o menos, pasaron horas, algunos días o meses encerradas en el edificio central de La Cacha, una estructura no muy grande de dos pisos y sótano. Engrilletadas. Encapuchadas. Algunas, como las embarazadas, reunidas en una zona igual, las “cuevitas”. La mayoría, mezclada: estudiantes secundarios, jóvenes militantes universitarios, obreros recientes y experimentados, sus mujeres. Sus padres e incluso meros conocidos. Las torturas sucedían en una estructura separada de la principal, pero lo suficientemente contigua como para que los prisioneros oyeran los gritos de los castigados con golpes o picana, insultados, amenazados, violados. La Cacha dejó de funcionar como centro clandestino en 1978. Unos años después, funcionarios de la aún viva dictadura ordenaron la demolición. De aquellas más o menos 200 víctimas, sólo un tercio logró salir con vida de La Cacha. De aquellos, más o menos 200 casos, 135 integraron el juicio que ayer culminó su etapa formal.

Pero el juicio también integró el análisis de la muerte de Marcelo Bettini y Luis Bearzi, por quienes sólo fueron imputados y condenados Etchecolatz y otros tres policías bonaerenses, Eduardo Gargano, Horacio Elizardo Luján y Julio César Garachico. El Tribunal los sentenció a prisión perpetua. “Fueron más de 30 años de esperar este momento de Justicia. No repara por completo, pero es un buen final para contarle a mi mamá, que siempre esperó por esto”, evaluó emocionado Carlos Bettini, embajador argentino en España. Además del homicidio, la familia Bettini –asistieron a la sentencia su hermana y sus sobrinas– también obtuvo justicia por el secuestro del padre del grupo, Antonio Bettini, y la abuela Mercedes Hourquebie. A Smart, la perpetua le correspondió por todos los delitos.

“Esto no es una alegría, pero es un gran paso de la Justicia. Por fin esta gente estará donde siempre debió, la cárcel.” Estela de Carlotto abandonó la sala con una sonrisa, después de pegar los tres gritos de ¡presente! Por los 30 mil desaparecidos. La muerte de su hija, Laura Carlotto, así como la de Olga Casado, no fueron tenidas en cuenta como homicidios en el fallo, sino como agravantes de los secuestros, y se les atribuyó a los miembros del 101, a los penitenciarios y a Smart. Pese a eso, y a que el tribunal no se expresó por los casos de bebés nacidos y apropiados en La Cacha, ni por el pedido para que se investigue a Fernández específicamente por uno de los casos, el abogado de Abuelas de Plaza de Mayo, Emanuel Lovelli, se mostró conforme con el fallo.

“Este juicio ha terminado”, soltó casi dos horas después de haber iniciado la lectura Rozanski y, entonces, el público puso su sello. Como al principio, pero más fuerte y ruidoso: “Asesinos”, les enrostraron a los culpables, que entonces sí mostraron su cara, aún manchada de odio. Al Oso Acuña se lo tuvieron que llevar entre siete ex colegas. Entre las butacas, Carlotto se abrazó con sus hijos, Claudia y Guido. La sobreviviente y militante Nilda Eloy, firme en las primeras filas como lo estuvo desde la primera audiencia, lloró de emoción.

URGENTE COMUNICADO DE PRENSA de MULTISECTORIAL LA PLATA, BERISSO Y ENSENADA

Denunciamos la provocación por parte del gobierno y los organismos cooptados que se está produciendo en estos momentos en la calle  4 y 51.
    
Desde que se hiciera el primer juicio a los genocidas en la ex –AMIA, la MULTISECTORIAL LA PLATA, BERISSO Y ENSENADA, junto a JUSTICIA YA LA PLATA hemos tenido una presencia permanente dentro y fuera de la sala donde se desarrolla el debate oral y en cada sentencia realizamos un acto en las calles 4 y 51. 

Hoy, día en que se dictará la sentencia a un grupo de genocidas que actuaron en el CCD La Cacha, luego de que los compañeros de los distintos espacios que integramos estos dos colectivos ya tuviéramos armado nuestro escenario, apareció una empresa privada a colocar una estructura con el fin de que el gobierno y los organismos cooptados pudieran hacer un acto oficial. Esto es una clara provocación con el fin de intentar acallar las voces de quienes denunciamos la impunidad de ayer pero también la impunidad al avasallamiento a los derechos humanos hoy.

Al gobierno le molesta que desnudemos su mentira:

* No se puede decir que se defienden los DDHH y auto atribuirse la representación de los compañeros detenidos desaparecidos y asesinados por la dictadura a la par que se reprime brutalmente, como sucedió el día de ayer, a obreros que reclaman por ser reincorporados en LEAR, dejando a decenas de manifestantes heridos, algunos hospitalizados en grave estado.
 
* No se puede decir que se defienden los DDHH y auto atribuirse la representación de los compañeros detenidos desaparecidos y asesinados por la dictadura  cuando miles de represores siguen libres porque el gobierno se niega a abrir los archivos de la dictadura.
 
* No se puede decir que se defienden los DDHH y auto atribuirse la representación de los compañeros detenidos desaparecidos y asesinados por la dictadura cuando un genocida, miembro del servicio de inteligencia del ejército y responsable de  desapariciones como la del conscripto Agapito Ledo, el general Milani es nombrado como responsable de las FFAA y defendido a ultranza por el gobierno y vergonzosamente por los organismos cooptados.

 * No se puede decir que se defienden los DDHH y auto atribuirse la representación de los compañeros detenidos desaparecidos y asesinados por la dictadura  cuando hay más de 6.000 compañeros criminalizados por pedir trabajo digno, salarios, tierras, viviendas, salud, educación, etc.
    
Los 30.000 compañeros desaparecidos lucharon por una sociedad sin explotadores ni explotados y no por ningún capitalismo en donde los empresarios la sigan “juntando con la pala” y donde a costa del sacrificio de los trabajadores y el pueblo se siga pagando una deuda externa comprobadamente fraudulenta y usuraria.
    
Por más plata y escenario que pongan para intentar acallar nuestras voces, seguiremos en las calles reclamando y exigiendo lo mismo por lo que pelearon los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos.
    
EXIGIMOS EL RETIRO DEL ESCENARIO MONTADO POR EL GOBIERNO EN LAS CALLES 4 Y 51
    
HACEMOS RESPONSABLES A LOS ORGANISMOS COOPTADOS Y AL GOBIERNO POR LA SEGURIDAD DE LOS COMPAÑEROS QUE ESTÁN CON NUESTRO ESCENARIO.
    
JUICIO Y CASTIGO A TODOS LOS GENOCIDAS, JUSTICIA POR TODOS LOS COMPAÑEROS

    
MULTISECTORIAL LA PLATA, BERISSO Y ENSENADA

viernes, 24 de octubre de 2014

Represores a la espera de su condena

Hoy se dará a conocer la sentencia en el juicio por los crímenes cometidos en La Cacha.

Hay 21 acusados, entre militares, policías, ex integrantes del Servicio Penitenciario y civiles. Para la mayoría de ellos, los querellantes solicitaron la pena de prisión perpetua y enmarcaron los hechos que cometieron en el delito de genocidio.

 Por Ailín Bullentini

Hay quienes describen a La Cacha como un acertijo: un edificio en la localidad platense de Olmos que, sin pertenencia clara a ninguna de las Fuerzas Armadas o de seguridad, funcionó entre 1976 y 1978 como centro clandestino de detención al que la última dictadura cívico-militar envió estudiantes secundarios y universitarios, trabajadores con compromiso sindical o político, y familiares de unos y otros, y de donde muy pocos pudieron salir con vida. La perseverancia de organismos defensores de derechos humanos, sobrevivientes y familiares de víctimas mantuvo viva la lucha para que el acertijo comenzara a develarse. Hoy, el juicio oral contra una veintena de responsables de las violaciones a los derechos humanos que allí sucedieron, y que para varias querellas fue un tanto desprolijo y parcial, tendrá su condena. Para la mayoría de los 21 acusados, las seis querellas que participaron en el juicio pidieron prisión perpetua y enmarcaron los hechos que cometieron en el delito internacional de genocidio. La fiscalía sorprendió en su argumentación al considerar la absolución para uno de ellos.

En casi un año, el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata –presidido por Carlos Rozanski e integrado por Pablo Vega y Pablo Jantus– escuchó a casi dos centenares de testigos, muchos de ellos sobrevivientes, hablar de lo que sucedió en La Cacha y de algunos pocos hechos relacionados con el secuestro y las torturas que se cometieron en ese centro clandestino de detención en perjuicio de 135 personas y el asesinato de cuatro de esas víctimas, entre ellos la hija de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y el hermano del embajador argentino en España, Carlos Bettini. Por tales hechos los jueces evaluaron la responsabilidad de 21 acusados. Los militares retirados Carlos del Señor Hidalgo Garzón, Jorge Di Pasquale, Gustavo Cacivio, Ricardo Fernández, Luis Perea, Miguel Angel Amigo, Roberto Balmaceda, Emilio Herrero Anzorena, Carlos Romero Pavón, Anselmo Palavezzati integraron el Destacamento de Inteligencia 101, que dependía del Regimiento 7 de La Plata, junto con los civiles Raúl Espinoza, Claudio Grande y Rufino Batalla. Héctor “Oso” Acuña e Isaac Miranda fueron miembros del Servicio Penitenciario. Juan Carlos Herzberg fue marino. La nómina de imputados la completan cuatro policías bonaerenses, entre los que figura el ya condenado por genocidio Miguel Angel Etchecolatz –sólo imputados por los asesinatos de Marcelo Bettini y Luis Bearzi– y Jaime Smart, ex funcionario del gobierno provincial de facto.
Juicio parcial

“Esperamos lo que pedimos: la condena para todos los imputados con cumplimiento efectivo en cárcel común por la comisión del delito de genocidio”, explicó la sobreviviente Nilda Eloy, integrante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos. Ese organismo integra el colectivo Justicia Ya!, que intervino como querella.

En su inmensa mayoría, las víctimas tenidas en cuenta en el debate oral pasaron por este centro clandestino durante 1977. Los que pasaron por La Cacha en 1978, excepto Laura Carlotto, quedaron fuera de este proceso, a la espera del avance en la instrucción y la elevación de sus expedientes a juicio oral. Por eso Eloy dice que este juicio fue “sumamente parcial” y “poco representativo de la realidad de La Cacha”. Por eso, y porque “hay una parte fundamental de los represores que está ausente” en el banquillo,

Justicia Ya! exigió se profundice la investigación sobre el Servicio Penitenciario y la Armada y que se estudie la responsabilidad de varios integrantes del Poder Judicial y de algunos profesores de aquellos años de la Universidad Nacional de La Plata en delitos de lesa humanidad.

Las embarazadas

Para Emanuel Lovelli, quien junto a Colleen Wendy Torre representó la querella de Abuelas de Plaza de Mayo, el debate fue largo, aunque importante, ya que “se acumuló un caudal probatorio muy importante que refuerza los hechos”, algo “necesario”: “La Cacha no era una dependencia oficial de ninguna fuerza, sino un edificio entre dos cárceles que no fue destino de ningún efectivo. Desde un primer momento fue un acertijo que los testimonios de los sobrevivientes y los legajos de los imputados ayudaron a desentrañar”, apuntó.

La querella de Abuelas de Plaza de Mayo imputó a 16 acusados por los secuestros y los asesinatos de Carlotto y Olga Casado, y la privación ilegítima de la libertad de María Elena Corvalán, Cristina Marrocco, Graciela Quesada y María Rosa Tolosa. Todas atravesaron embarazadas sus detenciones clandestinas y las torturas. Se sabe que la mayoría de ellas parió en cautiverio. Los hijos de algunas de ellas les fueron robados. Algunos, como Ignacio Guido Montoya Carlotto, los mellizos Re-ggiardo Tolosa y Natalia Suárez Nelson, fueron recuperados.

Hubo casos de mujeres embarazadas que pasaron por La Cacha y que no llegaron a este juicio, como el de Adriana Tasca. También quedaron afuera los hijos de esas mujeres como víctimas propiamente dichas. Es el caso de Ignacio Guido Montoya Carlotto. “Hicimos un pedido en la instrucción, que en un primer momento el fiscal lo incluyó, pero Blanco no tomó indagatorias en ese sentido y, cuando insistimos, Blanco consideró que no hacía lugar”, explicó Lovelli.

Las otras querellas

El primer alegato, el de la fiscalía, abrió la cancha con los pedidos de prisión perpetua: lo consideró en 18 de los 21 acusados y alcanzó a la mayoría de los integrantes del Destacamento 101, a los penitenciarios a los bonaerenses y a Smart. Pero luego, los fiscales Hernán Shapiro y Gerardo Fernández bajaron el ritmo: 16 años de prisión solicitaron para Herzberg, 14 para el civil Batalla y la absolución para Perea. Las secretarías de Derechos Humanos nacional y provincial siguieron la línea de las acusaciones particulares: penas para todos los imputados en el marco del delito internacional de genocidio; perpetua para Smart, los dos penitenciarios y todos los integrantes del Destacamento de Inteligencia que llegaron a juicio, al igual que para los policías; para Herzberg pidieron 20 años.

La querella de la familia Bettini imputó a Etchecolatz y a su séquito de bonaerenses, Julio César Garrachico, Eduardo Gargano y Horacio Luján, y a los ex integrantes del destacamento. Para los primeros, por el asesinato de Marcelo Bettini y la privación ilegítima de la libertad más aplicación de tormentos en perjuicio de Antonio Bettini y María Mercedes Hourquebie, exigieron la pena máxima. Para los segundos, 25 años de cárcel. Además, pidieron que se investigara la implicancia de la Marina en comisión de delitos de lesa humanidad en La Cacha. La pena máxima también fue exigida para los mismos acusados por la desaparición forzada y el homicidio agravado de Adrián Bogliano, Julio César Cagni, Elba Ramírez Abella, María Seoane Toimil y Nora Silvestri.
Ultimas palabras

Algunos de los acusados hicieron uso de su derecho a decir sus últimas palabras antes de escuchar la sentencia. Fernández, Herrero Anzorena, Acuña –que debió ser interrumpido por el TOF debido a que trataba a los jueces de “soporte jurídico del terrorismo montonero”– y Cacivio fueron algunos de ellos. Este último, incluso, aprovechó para esbozar la división vertical de tareas de las fuerzas de seguridad y evaluar responsabilidades.

Cacivio consideró que quienes actuaron por debajo de él en la cadena de mandos tuvieron menos responsabilidad que él mismo en los hechos basándose en un equiparamiento de la estructura vertical de las fuerzas y la lógica de división de tareas que reinó en los centros clandestinos de detención. “¿Ahora tenemos que creer que 600 centros clandestinos que hubo en el país fueron todos manejados por oficiales?”, ironizó Eloy.

La estrategia de Cacivio entra en crisis cuando se analiza quién hizo qué en el mínimo grupo de integrantes de la represión estatal de la última dictadura que se analiza en este juicio: Acuña, por poner un ejemplo, era integrante de la guardia que el Servicio Penitenciario hacía en La Cacha. No era, por cadena de mandos, quien tomaba ninguna decisión. Sin embargo, son incontables los testimonios que lo ubican como protagonista principal, y excedido en sadismo y violencia, en la sala de tortura.

La Cacha: el silencio de los acusados antes de la sentencia

El viernes a las 6, el tribunal dará a conocer el veredicto. El juicio investigó los casos de más de 120 víctimas que estuvieron en el centro clandestino, entre los que está el de Laura Carolotto. Los fiscales pidieron que se condene a 18 de los 21 represores acusados.

 
Sebastián Losada.

Tras las últimas palabras de los imputados el juicio oral por los crímenes de La Cacha, el centro clandestino de detención y tortura funcionó en las afueras de La Plata, llegará a su fin el viernes. En la audiencia de ayer, la penúltima del juicio, todos los imputados que fueron consultados  prefirieron el silencio. Rufino Batalla, Anselmo Palavezzati y Julio César  Garachico fueron  negándose, alternadamente, a utilizar su última posibilidad de hablar.

Cuando los jueces del Tribunal Oral Federal N° 1 le preguntaron a los abogados si habían hablado con sus defendidos, Juan José Losinno, defensor de Claudio Grande, contestó que su cliente ya había dicho que “no iba a hablar”. Grande fue agente de inteligencia e integró el Destacamento 101 durante toda la dictadura. Hace dos semanas durante más de seis horas de alegato, Losinno, aseguró que Grande nunca pisó ni supo de la existencia de La Cacha

La semana anterior había sido distinto. Miguel Osvaldo Etchecolatz, Héctor Raúl Acuña, Juan Carlos Herzberg, Gustavo Adolfo Cacivio, Raúl Ricardo Espinoza, Roberto Armando Balmaceda, Ricardo Armando Fernández, Isaac Crespín Miranda y Emilio Alberto Herrero Anzorena hicieron uso de la palabra. Los discursos variaron entre la supuesta persecución política y la inocencia por falta de pruebas. El único que se negó a hacerlo fue el civil Jaime Lamont Smart.

La Cacha funcionó como centro clandestino desde 1976 a 1978 y además operó como una maternidad clandestina para las detenidas-desaparecidas que se encontraban embarazadas. En los más de 10 meses que lleva de audiencias el juicio y en el que prestaron declaración más de 130 testigos, se investigaron los casos de más de 120 víctimas que estuvieron en ese centro y cuatro homicidios conexos.

La Unidad Fiscal Federal de La Plata pidió que se condene a prisión perpetua a 18 de los 21 represores acusados por delitos de lesa humanidad cometidos en La Cacha. En el petitorio final, las abogadas Pía Garralda, Ailin Álvarez y Carolina Vilches pidieron que se investiguen las responsabilidades –surgidas de los relatos del juicio- de una docena de médicos forenses, del ex capellán Emilio Teodoro Grasselli y una decena de jueces y ex jueces. Pidieron, además, que se les inicie juicio académico a Pedro Luis Soria, Carlos Mayón y Horacio Piombo, que aún dictan clases en la facultad de Derecho de La Plata.

Entre los casos que se investigan están los de Laura Carlotto, hija de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto, y el homicidio y la privación ilegítima de la libertad de Antonio Bautista Bettini, padre de Carlos Bettini, actual embajador argentino en España. Además, se juzgó la sustracción de Matías y Gonzalo Reggiardo Tolosa y de Natalia Suárez Nelson, nacidos mientras sus madres estaban cautivas en ese centro clandestino de detención, tras lo cual fueron apropiados y décadas más tarde recuperaron su identidad.

El viernes a las diez de la mañana la audiencia se reanudará para que tengan esa posibilidad los últimos dos acusados. Será una jornada intensa: a las 11 de la mañana, la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia hará la demarcación de La Cacha como sitio de Memoria; a las tres de la tarde, el Destacamento 101. A las seis, los jueces Carlos Rozanski, Pablo Vega y Pablo Jantus darán el veredicto.

lunes, 20 de octubre de 2014

Justicia Ya La Plata: Sentencia por el CCD y E La Cacha

MIERCOLES 22 DE OCTUBRE DESDE LAS 10 HS
Audiencia juicio La Cacha – Continúan las palabras de los genocidas.
Convocamos a repudiarlos con nuestra presencia.
Sala de Audiencias – 4 e/51 y 53

VIERNES 24 de OCTUBRE – DESDE LAS 10hs

JORNADA DE LUCHA EN LA ESQUINA DEL TRIBUNAL - 4 Y 51
(RADIO ABIERTA – MÚSICA – ARTE)
 
24/10 SENTENCIA EN EL JUICIO POR EL CCD LA CACHA

El Centro Clandestino de Detención “La Cacha” fue creado en el Área 113 del Comando del 1er Cuerpo del Ejército para desmantelar los últimos vestigios de resistencia organizada a la dictadura. Funcionó entre mediados del ‘76 y fines del ‘78 en la antigua planta transmisora de Radio Provincia, al lado de la Cárcel de Olmos. El nombre “La Cacha” se refiere al personaje la bruja Cachavacha de la tira “Hijitus”, del dibujante García Ferré, que “hacía desaparecer gente”.
Los primeros relatos sobre el lugar, su funcionamiento y apodos de represores los tiene la justicia hace 30 años, y fueron producidos por el denominado grupo CLAMOR en San Pablo.

Tras tener 10 años la causa en sus manos, el juez Manuel Blanco y su secretaria Ana Cotter se dedicaron a fragmentar la causa y parcializar las imputaciones. El resultado fue que en marzo de 2012 Blanco clausuró la instrucción y elevó la causa a juicio, incluyendo a sólo 17 genocidas por 127 casos del año '77. Así quedaron fuera de este proceso decenas de compañeros cuyo paso por este campo está denunciado hace décadas, igual que un grupo de penitenciarios que nunca fue procesados.
Antes de que la causa llegara a juicio oral murieron impunes 2 de los mayores responsables del campo: el gobernador militar, Ibérico Saint Jean y el jefe del Destacamento 101, Alejandro Arias Duval. En la causa continúa prófugo el represor Teodoro Gauto, y fue detenido en Panamá Ricardo Von Kyaw.
Con un juicio como éste, fragmentado y tardío, se pierde la oportunidad de investigar en unidad el funcionamiento de la maternidad clandestina más grande de la zona, el rol operacional del esquema de inteligencia militar y la coordinación represiva entre los grupos de tareas del Servicio Penitenciario, la Armada y el Ejército.

A pedido de la familia Bettini se sumó al juicio la causa por los asesinatos de Marcelo Bettini y Luis Bearzi en noviembre del ’76, donde están imputados Smart, Etchecolatz, Luján, Gargano y Garachico, uno de los represores mencionados por Lopez en su testimonio sobre los CCD de Arana.
Este juicio es fiel reflejo del proceso de “juicios a cuentagotas” en todo el país, que en 11 años sólo ha condenado a 496 represores por 2970 víctimas. Ello representa sólo el 25% de los 2.000 genocidas procesados en estos años.
En La Plata llegamos a esta sentencia con 46 represores condenados en 10 juicios fragmentados, mientras hay otros 90 genocidas a la espera de ser juzgados. Es decir que el esquema de juicios que el Estado propone no incluye para el Circuito Camps (29 CCD en toda la zona) más que 150 represores.
Seguimos denunciando la impunidad de ayer y de hoy, porque sigue al frente del Ejército un genocida de inteligencia de la dictadura, porque se sigue criminalizando la protesta social y porque sigue muriendo un pibe pobre día por medio en cárceles y comisarías.

JUICIO Y CASTIGO A TODOS LOS GENOCIDAS
CON MILANI, BERNI Y GRANADOS CONTINÚA LA IMPUNIDAD
BASTA DE AJUSTE Y REPRESIÓN K

VIERNES 24 de OCTUBRE – DESDE LAS 10hs
JORNADA DE LUCHA EN LA ESQUINA DEL TRIBUNAL - 4 Y 51
(RADIO ABIERTA – MÚSICA – ARTE)

LA MEMORIA ES DEL PUEBLO, NO DE LOS GOBIERNOS
MULTISECTORIAL LA PLATA-BERISSO-ENSENADA
JUSTICIA YA!  LA PLATA

martes, 7 de octubre de 2014

Justicia Ya alegó en la causa La Cacha

 Durante los días miércoles 24 y viernes 26 de septiembre la querella unificada en el colectivo Justicia Ya en La Plata dio el alegato en el juicio a   los genocidas con actuación en el Centro Clandestino de Detención La Cacha.  

Justicia Ya pidió la prisión perpetua,  accesorias legales, costas y expresa aplicación del art. 19 inc.4 (suspensión del goce jubilatorio) para 15 reos imputados: SMART, CACIVIO, PALAVEZZATTI, FERNANDEZ, HERRERO ANZORENA, GRANDE, ESPINOZA, MIRANDA,  ACUÑA, BATALLA, PEREA, DI PASQUALE, BALMACEDA, ROMERO PAVON y AMIGO. Y a la pena de 25 años de prisión para HERZBERG Juan Carlos, el único marino imputado. Justicia Ya al igual que la querella de Abuelas no podía pedir pena en la causa particular por los homicidios de Bettini y Bearzi, por no ser parte, motivo por el cual no pidió pena por los policías bonaerenses imputados en esa.

Como lo venimos haciendo desde aquel primer juicio al genocida Etchecolatz, en principio en soledad y hoy con el acompañamiento de todas las querellas, sostuvimos que los hechos que se debatieron en este juicio, al igual que todo lo actuado por el Estado Terrorista a partir del golpe del 24 de marzo de 1976 fueron parte de un genocidio, de un plan sistemático de exterminio organizado para eliminar a un grupo sustancial de aquellos que lucharon por un país sin explotadores ni explotados y de quienes se opusieron a los planes de sometimiento, hambre y represión que impuso la dictadura. Afirmamos también, que si bien la represión fue dirigida a este grupo, tuvo como objeto, además,  sembrar el terror generalizado con el fin de paralizar y aislar toda posible resistencia y aún solidaridad para con este grupo y sus familiares. Formaron parte de este grupo nacional integrantes del movimiento obrero, universitarios, secundarios, organizaciones políticas, conscriptos y embarazadas.     
     
 Sostuvimos durante el debate la necesidad de ampliar las acusaciones a los imputados por el delito de homicidio de 22 compañeros cuyos cuerpos fueron identificados por el EAF, siendo que en este juicio sus casos fueron tratados como Privación Ilegítima de la Libertad y Tormentos. También pedimos la ampliación por los delitos contra la integridad sexual cometidos en La Cacha. En el primer caso, el de los homicidios, la inmensa mayoría fueron denegados por el tribunal aduciendo que no se trataban de hechos  nuevos, la misma suerte, pero en su totalidad, corrió el pedido por ampliación por delitos sexuales.  Sin embargo en el alegato insistimos en estos pedidos,  sorteando la negativa del tribunal,  apoyados en el artículo 401 del CPP de la Nación que habilita al cambio de calificación de la acusación en esta etapa del  Juicio. Afirmamos que los atropellos cometidos a la integridad sexual deben ser tratados como delito autónomo en el marco del plan sistemático y por tal deben ser penados como tales en los juicios en que se tratan el resto de los delitos (PIL, tormentos, homicidios, robos de criaturas, etc.

Evidentemente el desarrollo político-jurídico de nuestro alegato molestó  al defensor de Claudio Grande, el Dr. Lossino, quien lo interrumpió tratando de impedir nuestras denuncias.  La fragmentación de las causas,  juicios como el presente, donde se juzga sólo un período del funcionamiento del CCD (el año 1977, cuando este campo de concentración abarcó desde el 76 al 78), la exigencia al gobierno de apertura integral de los archivos, la denuncia a la iglesia, partidos tradicionales, burócratas sindicales y grandes empresarios del campo y la ciudad, molestaron al defensor. Entendemos que el evidente fracaso en el endeble intento por demostrar que Grande no estuvo en La Cacha, frente a las concluyentes declaraciones de los testigos que afirmaron su actuación en el CCD, necesitaba una estrategia destinada a provocar al tribunal, a  las querellas y al público con el fin de interrumpir el juicio y a eso se dedicó el defensor durante el transcurso del debate e intentó hacerlo una vez más frente a nuestro alegato.       
 
 Describimos la significación y función de La Cacha como lugar de coordinación de inteligencia de las distintas fuerzas con la especial actuación del destacamento 101 del ejército (con sede “legal” en 55 entre 7 y 8 de La Plata) y la coordinación con otros CCD, la actuación del cuerpo médico policial. Detallamos los efectos psicosociales de la represión, que afectaron directamente a 4 generaciones: Los padres y madres de los desaparecidos, los desaparecidos, los hijos de los desaparecidos y sus nietos.   Sostuvimos y explicitamos que a pesar de las terribles condiciones de vida en el CCD fue posible la resistencia y la solidaridad entre los compañeros dentro del campo. Afirmamos que es principalmente a partir de esas resistencias y de la valentía de los sobrevivientes, familiares quienes reponiéndose al terror, a la nueva desaparición de Jorge Julio López, del asesinato a Silvia Suppo, hicieron posible los juicios.     

Solicitamos al Tribunal que se investigue la responsabilidad de los jueces y ex jueces. Se remita a la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de La Plata los testimonios a fin de que se investigue la responsabilidad y se inicie un juicio académico al Pedro Luis Soria, Carlos Mayon y Horacio Daniel Piombo, actuales docentes de dicha facultad. Se remitan al Juzgado Federal de Instrucción a fin que se investigue la responsabilidad del capellán militar Emilio Graselli.  Se remitan al Juzgado Federal N° 1 y 3 de La Plata a fin que se investigue la responsabilidad de médicos forenses Bajkovec Luis, Ben Rubén, Brolese Julio, Canestri Raúl, Cavazzutti Mario, Ciafardo Roberto, Darbón Héctor, De Tomas Nestor, Dossena Roberto, Etcheverry Raúl, Gauna Rómulo, Gelemur Ernesto, Hid Carlos, Langone Omar, Leone Salvador, Llanos Rolando, Lucchetti Héctor, Michelic Willy, Morganti Carlos, Pérez Albizu Enrique José, Rodríguez Héctor, Sotes Eduardo, Vitali Alberto, Zenof Carlos, Zenof Jorge y Zufriategui Ricardo    Solicitamos que se revoquen las prisiones domiciliarias de:  Ricardo Armando Fernández, Juan Carlos Herzberg, Miguel Angel Amigo y Eduardo Gargano. Se remita al colegio Público de abogados de la Provincia de Buenos Aires, copia de la sentencia para el caso que se lo condene a Smart, con el objeto se retire su matrícula profesional habilitante.            

También durante nuestro alegato pedimos que se tomen las medidas necesarias, a las que se comprometió durante el transcurso del debate el Tribunal. en el marco del reconocimiento al predio donde funcionó el CCD La Cacha,  para la preservación del mismo, ya que este lugar seguirá siendo parte de la prueba de los hechos que se instruyen en las causas residuales-  

          Por último  dijimos:
 Y esta última frase construida por el sentir colectivo de este espacio que conforma Justicia Ya!, se encuentra dedicada a todos los compañeros y compañeras que hoy se encuentran de pie, a todos los que hoy resisten, a todos los que hoy persisten en la labor cotidiana de transformar el río en torrente. Donde la sonrisa no es solapa para ocultar el dolor, sino bandera para resaltar la entereza de tantos años de lucha. Entereza que aprendimos de aquellos que pese a los muros y el horror no perdieron ni un dejo de humanidad, de solidaridad, de amor, de firmeza en sus convicciones más profundas, y esa resistencia trasformadora fue para otros, el barco que los trajo hasta la orilla. Hoy conversamos con los que aquí no están, a los que el sueño de esta noche que se avecina no los alcanzara, pero que los  volvemos a traer, a sentir y a pensar cada vez que apelamos a la lucha, a la calle protestante, al grito sentido, al abrazo fraterno…y sobre todo cuando decidimos NO olvidar, NO perdonar, NO reconciliarnos, pero SI florecer en esta nueva primavera con las ansias de justicia verdadera y de construir una sociedad nueva.....

Por los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos. Presentes. Ahora y siempre.

Integran Justicia Ya en La Plata:
 Asociación de Ex –Detenidos Desaparecidos (AEDD); Asociación de Profesionales en Lucha (APEL); Central de Trabajadores de la Argentina – La Plata Ensenada; Centro por los Derechos Humanos Hermanos Zaragoza; Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH); Federación Universitaria de La Plata (FULP); HIJOS La Plata; Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH); Unión por los Derechos Humanos, La Plata